jueves, 5 de julio de 2012

De altos tacones y ajustados corsés.

Se trataba de soñar desde altos tacones y enfundar preocupaciones en ajustados corsés. Tapar con rojo carmín cada cicatriz, repasando, no sin cierto cuidado, el perfil de cada beso en el cuello. Aspirar nicotina y expulsar recuerdos era su pasatiempo favorito. También solía clavar la aguja de sus tacones en el asfalto, mientras su columna tomaba una ligera curvatura y sonreía con falsa picardía entre los rubios rizos que le cubrían parcialmente el rostro, al quizá incauto conductor que había tomado el desvío número 32. El sabor del café en vísperas de madrugada era casi comparable al placer de sentir calor entre las piernas. Cuando su desvío se hallaba poco transitado, le gustaba sentarse en el arcén y recorrer con sinuosos movimientos las carreras de las medias que cubrían sus piernas hasta el muslo. Le gustaba tararear canciones olvidadas, sabía como se sentían. Solas, malgastadas. Tropezaban en sus labios y se evaporaban en la atmósfera, casi con timidez. Las notas sonaban distantes y amargas, pero no desafinadas. Se habían olvidado de como sonreír, pero no de como ser bellas, aunque ya casi nadie supiera apreciarlo.

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Atte. Una pequeña e ilusa moldeadora de sueños