viernes, 27 de abril de 2012

El lazo rojo.

7.50 a.m. Un autobús naranja gira en la avenida 30 con la floristería. Una hoja cae delicadamente, bajo el peso del otoño, emulando a mentes ingeniosas, el danzar de una bailarina de pies etéreos y mejillas de porcelana. Una niña llora tres manzanas más abajo por no encontrar sus zapatos favoritos. Sin sus zapatos rojos no puede ir al colegio, explica a su madre entre lágrimas.
8.00 a.m. El autobús tuerce a la izquierda en un parque de columpios oxidados. Un anciano en el hospital reza por la precaria salud de su nieto. La niña acaba de tomarse el tazón de leche y se calza sus bonitos zapatos de charol. Los encontró debajo de la cama.
8.15 a.m. El autobús se detiene en la parada cubierta de la calle 13, para recoger a un grupo de adolescentes que charlan animadamente. Una tanda de magdalenas recién hechas, sale del horno en la panadería de Los Abetos. La niña acaba de cepillarse los dientes, mientras su madre le coloca un bonito lazo, también rojo, en su rubia melena.
8.20 a.m. El autobús adelanta a un coche parado en medio de la carretera, el señor Olliver ha vuelto a quedarse sin gasolina. Una mujer barre la entrada de su casa con movimientos cansinos y aburridos. La niña se alisa el vestido azul cielo y coge su pequeña mochila con ruedas, saliendo a la calle acompañada por su madre.
8.30 a.m. El autobús sortea un gran bache. El brusco movimiento lanza el paquetillo de cigarros del conductor al suelo. Maldice entre dientes. Un pájaro surca el cielo, describiendo un amplio arco entre las nubes. La niña del lazo rojo, espera a que el semáforo de transeúntes se ponga verde. Su madre contempla un bonito vestido en la tienda de al lado.
8.31 a.m. El autobús avanza. El conductor se agacha rápidamente para alcanzar sus cigarros. El semáforo de automóviles parpadea. El semáforo de automóviles se pone rojo. El semáforo de transeúntes cambia a verde. La niña avanza, arrastrando tras de si su pequeña mochila de ruedas. Su rubio cabello ondea debido a la suave brisa. Tararea su canción favorita. No mira a ambos lados. Un grito tardío y ahogado de su madre, es absorbido por el tiempo.
9.00 a.m. La calle está desierta. No hay autobús, ni transeúntes, ni niña, ni paquete de cigarrillos, ni madre. Un único lazo rojo reposa en el asfalto. Un pulcro silencio absorbe al tiempo.

1 comentario:

  1. Como María ha recomendado tu blog, yo me he pasado volando! y no ha sido en vano! estoy echándole un vistazo a tus entradas y escribes de forma muy original, esta entrada es en muchos sentidos perfecta :) así que te sigo sin duda! muchos besos desde http://somethingstriggeredmma.blogspot.com.es/ ♥

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Atte. Una pequeña e ilusa moldeadora de sueños